Estados Unidos importa el 50% del aceite de oliva que se consume fuera de la Unión Europea, por lo que la tasa del 25% a todas las exportaciones de aceite de oliva proveniente de España, tendrá un efecto devastador en el sector que va mucho más allá del impacto en el empleo. Colaboradores de la WOOE hacen un análisis de la situación.
Madrid, 18 de octubre 2019. Con sus 320.000 toneladas por año, Estados Unidos es el tercer consumidor de aceite de oliva en el mundo. Si tenemos en cuenta que tan solo son capaces de producir un 5% de lo que consumen, está claro que es un mercado que se basa en la importación, siendo España el país del que procede más de la mitad del aceite que importan (160.000 toneladas), seguido de Italia con un 43%. “De dichas exportaciones, 100.000 toneladas son aceites a granel y 60.000 se envían ya envasadas. Por lo tanto, éstas serían las exportaciones a las que les influiría, en mayor medida, la imposición arancelaria de Trump”, comenta Juan Vilar, consultor estratégico y conferenciante en la World Olive Oil Exhibition.
Pero, el problema va más allá, tal y como asegura Rafael Pico, Director de Asoliva. “España también exporta a otros países, como por ejemplo a Italia, que vende dicho aceite de oliva a Estados Unidos, por lo que ese aceite también estará afectado”. En este sentido, Aniceto Gómez Martínez, gerente de Aceites Malagón añade: “Si el importador italiano señala en su botella el porcentaje de aceite español, la tasa arancelaria será por ese porcentaje, que en cierta medida el daño será menor”. No obstante, “son todas aquellas compañías que operan desde nuestro país y que suponen el 25% del total del aceite envasado que se exporta a Estados Unidos las que más van a sufrir la tasa del arancel que irá directamente sobre el resultado positivo neto de esas pequeñas y medianas empresas”, confirma Juan Vilar.
Pero el arancel de Trump, no solo afectará a dichas PYMES, “se va a ver afectado todo el sector aceitero español, no solo la industria, porque todo el aceite que Estados Unidos no pueda comprar se va a quedar en España”, comenta Rafael Pico. Y añade: “Ese excedente que, de momento no es posible venderlo a otros países, hará que baje el precio del aceite”. “A esto hay que añadir que “si Estados Unidos cambia nuestros aceites por los que provienen de Grecia, Túnez, Italia o Portugal, estos perderán el principio de oportunidad y cederán algo de margen, es decir, se apreciarán más esos que los nuestros, por lo que bajarán los precios de los aceites españoles”, apunta Juan Vilar.
Por supuesto, no es solo la bajada de precios una de las consecuencias de la tasa arancelaria del 25% al aceite de oliva. “Sin duda va a haber una incidencia importante en el empleo, porque todas las industrias paralelas al aceite de oliva (envasadoras, refinerías, tapones, etc) van a tener que despedir a gente.” A lo que Aniceto Gómez añade: “El envasador español que dependa del mercado americano se verá abocado a comprar aceites de otros países, lo que afecta directamente a las pequeñas y medianas empresas españolas. Por poner un poco de luz, tampoco creo que haya empresas abocadas al cierre, hay que esperar a ver cómo se desarrolla todo este tema.”
Las 100.000 toneladas de aceite a granel que exporta España a Estados Unidos, no se verán afectadas por la tasa arancelaria por lo que “en este aspecto seguiremos siendo líderes en exportación, pero para evitar la imposición indirecta a importadores españoles, el valor añadido se quedará allí”, comenta Juan Vilar. “Una empresa americana va a poderse beneficiar de una materia prima barata, sin arancel, y los puestos de trabajo que se pierden en España los va a tener la industria americana que podrá envasar y comercializar un producto español con marca americana”, ratifica Rafael Pico.
Desde Asoliva, la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva, también hacen hincapié en la pérdida a nivel inversión. “Llevamos cinco años liderando ese mercado, hemos hecho grandes inversiones y, ahora mismo, no podemos hacer frente a ese 25% de tasa arancelaria”. Al preguntarle a Rafael Pico cuál es la solución, no lo duda: “Esto es un problema político y la solución debe ser política, evidentemente, entre Estados Unidos y la Unión Europea, pero entre los europeos no hay cohesión”. Y añade: “Estados Unidos ha tenido una estrategia muy importante con estos aranceles, pero creo que también se han puesto en marcha ciertos lobbies con intereses. En la parte institucional, no hemos estado a la altura de otros países que, con productos muy emblemáticos, como es el champán en Francia o el aceite en Italia, no se han visto afectados por dicho arancel. Está claro que ha habido otros países que han sabido hacerlo mejor y evitar ese daño sobre su sector”.